Solidaridad, valor que se siembra en la infancia

La solidaridad es uno de los valores humanos por excelencia, que se define como la colaboración mutua en la personas, como aquel sentimiento que mantiene a las personas unidas en todo momento, sobre todo cuando se vivencian experiencias difíciles. Al igual que una plantita, se siembra con amor en el corazón de los niños y niñas.

A continuación algunas ideas:

  1. Nada enseña más que el ejemplo, por lo tanto, seamos todo aquello que queremos para nuestros hijos: que sean respetados; entonces debemos hoy respetar a las personas.

 

  1. Cuidado con lo que está donando. No se puede mezclar la acción de «donar” con la idea de «deshacerse de cosas rotas e inútiles”. Eso no coincide. Donamos, por ejemplo, ropa que ya no nos queda porque está chica, no porque esté agujereada. Donamos el viejo televisor porque compramos uno nuevo, no porque esté descompuesto. Debemos enseñar a nuestros hijos a dar con cariño y amor.

 

  1. Aprender del otro. Somos solidarios, por ejemplo, cuando escuchamos una persona mayor contar sus historias. Damos nuestro tiempo, y la persona revive momentos, en ocasiones especiales, almacenados en la memoria. Y eso es bueno para ambos. Estimular al niño a hablar con los mayores (abuelos, bisabuelos, por ejemplo) hace bien, porque aprende a escuchar, a ser amable, solidario y, sobre todo, aprende que toda persona tiene algo que enseñarnos.

 

  1. Alcancía para Navidad. Se trata de una idea concreta que fomenta el sentimiento de solidaridad en los niños. Durante el año, podemos hacer una alcancía para que todos en la casa (y, por qué no, los visitantes que se sienten motivados), puedan dar sus contribuciones. El objetivo es muy personal, según cada familia.

 

  1. Participar en una ONG. Otra idea concreta. Llevar a los niños a participar en cualquier acción colectiva y solidaria. Sea en el club, en la escuela, en la iglesia, en una ONG o un centro social. Actuar y ver a otras personas actuando, trabajando juntas por los demás, es una lección de vida y un noble ejemplo que debe ser experimentado con frecuencia.

 

  1. Ofrecer ayuda. Recuerde el primer punto, «Nada enseña más que el ejemplo”. Pues bien, ayudar a personas en la vida cotidiana es un ejercicio de ciudadanía. Abra la puerta del coche para que alguien entre; ayude a una persona a recoger algo que se le cayó en el suelo; detenga la puerta de la tienda o del ascensor para facilitar el ingreso de otras personas; ayude a recoger la mesa después de comer y cenar.

 

  1. Ser solidario con un amigo en la escuela. Anime a su hijo para ayudar a un amigo en la escuela. Es un ejercicio óptimo de solidaridad, lo que les dará la oportunidad de cambiar una situación desagradable real y sentirse orgullosos.

Lo más importante que debemos saber, es que la mejor forma de enseñar a nuestros hijos es con el ejemplo, ya que ellos siguen nuestros pasos.

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