Cuando alguno de los padres falta, porque se separan, porque no cumplen de manera apropiada el rol, porque fallecen, o porque migran o se hallan alejados por exceso de trabajo, a los hijos se les entrega el rol de uno de los padres ausentes, o los hijos asumen por sí solos el papel de jefe o jefa de hogar.

Son generalmente los hijos mayores los que deben encargarse del cuidado de sus hermanos, del aseo de la casa, de la limpieza de la ropa; de los permisos, de la dirección y educación. Se trata de los “hijos parentales”, es decir, los niños y adolescentes que frente a la ausencia de uno de los padres se sienten obligados a asumir responsabilidades de adultos.

También cuando ocurre una separación entre los padres y el hijo se queda con uno de ellos.

Cuando el hijo tiene un comportamiento disfuncional por carencias en los padres a la hora de educar; esto hace que los hijos inconscientemente rechacen a sus progenitores como modelos a seguir.

Se puede llegar a invertir totalmente los papeles y los hijos pasan a quitar cargas, educar y dar consejos a sus padres a los que desean mejorar y cambiar. Esta actitud es muy perjudicial pues el hijo no vivirá por completo su propia vida.

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