Familias Homoparentales en Chile, ¿Cambio Social?

Hace algunos días la Presidenta Michelle Bachelet, firmó el proyecto de ley sobre matrimonio igualitario, el cual contempla la adopción homoparental. Entre los aspectos de la iniciativa, la Jefa de Estado detalló que modifica el Artículo 102 del Código Civil, para señalar «que el matrimonio es la unión entre dos personas», además de que se adopta el concepto de «cónyuge o cónyuges», y que el régimen patrimonial estándar será el de separación de bienes.

Además, con este proyecto «un niño o niña podrá ser adoptado indistintamente por un matrimonio heterosexual y homosexual por el solo hecho de ser cónyuges, sin necesidad de modificar la Ley de Adopciones».

Las familias homoparentales son aquellas compuestas por dos personas del mismo sexo, es decir, por una pareja homosexual (gay o lesbiana). Pero más allá de eso hay otras muchas estructuras familiares: Madre lesbiana soltera o padre gay soltero, familias homoparentales reestructurada con hijos de una relación heterosexual anterior. Las estadísticas estiman que un 15% de las parejas homosexuales del mundo tienen hijos, ya sean biológicos u adoptados.

A menudo, para argumentar que las parejas del mismo sexo no son buenos padres se ha citado un estudio de la Universidad de Texas en 2012, dirigido por el investigador Mark Regnerus. Este estudio afirmaba que los hijos de padres y madres homosexuales obtenían un peor desempeño social, emocional y relacional que los hijos de “familias biológicamente intactas”. Estos resultados contradijeron la investigación previa.

Sin embargo, en un estudio más reciente, investigadores de las universidades de Indiana y Connecticut han analizado esos mismos datos y han llegado a una conclusión diferente. Según estos, la mejor manera para juzgar un estudio, especialmente los que arrojan resultados controvertidos, es volviendo a analizar los datos. Y es que encontraron errores en la forma en que estos datos fueron codificados y clasificados. Por ejemplo, un cuarto de los jóvenes supuestamente criados por progenitores del mismo sexo, vivieron con estos un año o menos. Además, se encontraron con que, una gran cantidad de respuestas a las encuestas en las que se basaron los datos, eran inconsistentes, ilógicas y con contradicciones. Estas se deberían haber eliminado del análisis.

Una vez solventados estos errores, se encuentran que las diferencias son muy pequeñas, prácticamente inexistentes, entre los hijos criados por parejas del mismo sexo y los de fueron criados por parejas heterosexuales.

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