La mayor parte de los hombres y mujeres que llegan a Chile lo hace buscando una mejor calidad de vida, es por eso que cuando ese objetivo se concreta, deciden traer a sus hijos. No obstante muchas veces estos niños y adolescentes se ven obligados a enfrentar situaciones complejas de adaptación.

Ante este cambio de vida deben adecuarse a las normas sociales y de crianza que muchas veces son contradictorias a las de su origen. Esta situación lleva a que muchos de estos padres sean alertados y derivados a instituciones como Fundación Sentidos, donde se les ayuda a generar habilidades parentales y de adaptación en pro de sus pequeños.

Todos los niños tienen derecho a educación y  no se les puede negar la matricula a los inmigrantes. Primero, se hace una inscripción provisoria mientras se regularizan los papeles del niño. Luego con esa matrícula se les otorga la visa de estudiantes que les permite, además de regularizar su situación en el país, obtener una matrícula definitiva.

En el estudio “Los derechos de niños, niñas y adolescentes migrantes, refugiados y víctimas de trata internacional en Chile” (UNICEF-ACNUR-OIM  Santiago, 2012) se plantea que estas familias pueden estar expuestas a mayor riesgo de vulnerabilidad:

“Los inmigrantes,  muchas veces ignoran las leyes, y el idioma del país receptor y en varias ocasiones deben enfrentar la abierta hostilidad por parte de la población, incluso de las autoridades. Dicha situación es particularmente grave en el caso de inmigrantes, indocumentados o en situación migratoria irregular”

“La vulnerabilidad se profundiza cuando existe un cruce entre dos circunstancias vitales: ser niño y ser inmigrante a la vez”.

http://www.emol.com